Rojo y Negro.

23 de febrero de 1828, Grenoble. Un joven seminarista llamado Antoine Berthet, que había asesinado a su amante durante una ceremonia religiosa, sale de la prisión del antiguo palacio del Parlamento del Delfinado, en la Place Saint-André, y es acompañado por un cortejo hasta la Place Grenette, donde es guillotinado. Cae la tarde. La noche está a punto de cubrir París. Sentado junto a una mesa del café Le Procope, o quizá bajo el refugio de La Table Ronde, en la misma Place Saint-André del Grenoble que le vio nacer, Henri Beyle, escritor abiertamente republicano, que en aquel momento había regresado a su Francia natal, toma unas notas en su cuaderno. Ha estado siguiendo el caso en La Gaceta de los Tribunales. No puede dejar de pensar en él.