En este pueblo no hay otro sitio donde matarse. Tampoco es que haya buscado mucho, una no piensa en esas cosas cuando apenas ha cumplido dieciséis años. Pero esta vez es demasiado. Laura sube las escaleras. Uno, dos, tres peldaños. Coge aire, se esfuerza: quiere ir más despacio. La azotea de la segunda torre es … Sigue leyendo Las vidas que salvaron los libros.
Categoría: CUENTOS
Cuando está cerca.
Cuando sale a la calle, a Diego se le cierran los ojos. Una bofetada de calor. No se acostumbra a esta sensación de estar bajo un ventilador de aire caliente. Se le seca la nariz, la garganta. Suda menos, es cierto, pero le cuesta respirar. Antes de arrancar, la voz de su mujer le hace … Sigue leyendo Cuando está cerca.
Ella no.
El timbre del horno la ha puesto en pie. Saca la masa, extiende el tomate y la rocía con mozzarella. Quisiera probarla, es cierto, pero reprime las ganas. Alcanza a coger una tabla, un cuchillo, corta la calabaza. Se abstrae. Como siempre en la cocina, el olor de la harina y el queso se la … Sigue leyendo Ella no.
El egoísmo insalvable de quién.
Esta leche y estas galletas son imposibles de tragar. Por más que las machaco y las revuelvo es imposible: estoy cansada después de todo el día y además, hoy todo me hace pensar en él. Echo un vistazo al celador, las dos enfermeras que toman café junto a mi mesa. Ellos también se han fijado … Sigue leyendo El egoísmo insalvable de quién.
La felicidad de la señora M.
Ya casi estaba lista. Terminó de abrocharse las botas y apagó el transistor. Después echó un vistazo al espejo y sonrió de medio lado. Se gustaba, siempre había sido así. Lástima que en esta ocasión solo fuese a pasear su belleza por el mercado y tal vez la floristería. Esa noche tenían invitados en casa … Sigue leyendo La felicidad de la señora M.
Tal vez viviendo de verdad.
Aquella vez, cuando me hizo llamar y yo conduje hasta su puerta, ninguno de los dos sabíamos que este sería su final. Quiero decir, ¿quién iba a pensar que apenas le quedaba tiempo? ¡Quién piensa nunca cosas como esa! Y de haber sabido, Telesfora, que aquellas eran las últimas horas… Las suyas, quiero decir: para … Sigue leyendo Tal vez viviendo de verdad.
El Santo.
Por la ribera que cruza el pueblo, el Santo pasea cabizbajo. De vez en cuando devuelve un saludo. Solo sonríe, no hay quien recuerde su voz. Lo cierto es que detesta el peso, la ternura de esas miradas que lo siguen a favor de la corriente y no dudan nunca de su bondad. No es … Sigue leyendo El Santo.
El dinosaurio.
El miedo es peor que el castigo, porque éste es algo concreto y ya sea mayor o menor, siempre será mejor que la horrible incertidumbre, lo espantoso de la angustia infinita. Stefan Zweig. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Augusto Monterroso No ha dejado de correr en toda la noche. En círculos, puede ser, … Sigue leyendo El dinosaurio.
Fred.
¿Quién iba a pensar que aquella fuese su verdad? Imaginar siquiera, acaso sospecharlo. El frémito descompuesto, pum-pum, a pie de escalera, pum-pum, el ojo tras la mirilla, pum-pum, escondido junto al árbol frente al edificio de arenisca. Inventaba observatorios desde los que dejarse cegar, parapetado y hasta las cejas de pudor, por el contoneo y … Sigue leyendo Fred.
Los hijos de María Fernanda.
“Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por aquellas que permanecen desatendidas” Santa Teresa de Jesús.Siempre supo que era estéril. Desde que era una niña. Andaba de aquí para allá y todo el tiempo rumiaba la idea. En ocasiones se sentía vacía, otras todo lo contrario, apenas un saco relleno de piedras, un … Sigue leyendo Los hijos de María Fernanda.